Una mujer se ha perdido conocer el delirio y el polvo, se ha perdido esta bella locura, su breve cintura debajo de mí. Se ha perdido mi forma de amar, se ha perdido mi huella en su mar.
Veo una luz que vacila y promete dejarnos a oscuras. Veo un perro ladrando a la luna con otra figura que recuerda a mí. Veo más: veo que no me halló. Veo más: veo que se perdió.
La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar.
Una mujer innombrable huye como una gaviota y yo rápido seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj. Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción.
Una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo Chagall, corrompiéndose al centro del miedo y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. Pero entonces lloraba por mí, y ahora lloro por verla morir.
Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida, yo que siempre me apené de las gentes mayores, yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonía, y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo en las noches y me canto canciones para espantar el miedo, ¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme y a despojarme sin remordimientos? ¿Qué haré con el confuso y turbio río que no encuentra su mar, con tanto día y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas, si aún no he nacido, si aún hoy me cabe un mundo entero en el costado izquierdo? ¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven si todavía no te he conocido?
Alguien gritó tu nombre para que ya no pueda oír otro resonando en el maldito mundo donde te espero en vano
Mujer de mi mala suerte como duele una hora de no verte Cuanto pesa tu ausencia Estoy cansado de respirar para vos De encontrarte en cada instante de mi soledad para que me devuelvas puntualmente al día y a la hora en que te conocí.
Mujer de mi mala suerte apágame las flores que me quitan el sueño. Mujer de mi mala suerte, cuando apago al luz se enciende tu risa Quiero saber como es tu noche, tu aliento en la madrugada, tu ventana abierta para calmar la sed de no se que viajero.
Mujer de mi mala suerte ni esta desgracia es tuya, ni este dolor es mío. Mujer de mi mala suerte devolveme la vida No quiero ser ninguno de ese nadie que todos se llevan por delante Porque ya no soy nada. Lo que fui está contigo. ¡Mujer de mi mala suerte!
Era pobre y sórdida la alcoba, escondida encima de la equívoca taberna. Desde la ventana se veía el callejón sucio y estrecho. De abajo subían las voces de unos obreros que jugando a las cartas mataban el tiempo. Y allí, en una cama mísera y vulgar poseí el cuerpo del amor, poseí los labios sensuales e sonrosados por el vino - sonrosados de tanto vino que incluso ahora, cuando escribo, después de tantos años, en mi casa solitaria, vuelvo a embriagarme.
Vuelve otra vez y tómame, amada sensación retorna y tómame - cuando la memoria del cuerpo se despierta, y un antiguo deseo atraviesa la sangre; cuando los labios y la piel recuerdan, cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche, cuando los labios y la piel recuerdan....
Oye cómo se aman los tigres y se llena la selva con sus hondos jadeos y se rompe la noche con sus fieros relámpagos. Mira cómo giran los astros en la eterna danza de la armonía y su silencio se puebla de susurros vegetales. Huele la espesa miel que destilan los árboles, la leche oscura que sus hojas exudan. El universo entero se trenza y destrenza en infinitas cópulas secretas. Sabias geometrías entrelazan las formas de dulces caracoles y de ingratas serpientes. En el mar hay un canto de sirenas. Toca mi piel, temblorosa de ti y expuesta a las espinas, antes que el ritmo de mi sangre calle, antes de que regrese al agua y a la tierra.
Si muriera esta noche si pudiera morir si me muriera si este coito feroz interminable peleado y sin clemencia abrazo sin piedad beso sin tregua alcanzara su colmo y se aflojara si ahora mismo si ahora entornando los ojos me muriera sintiera que ya está que ya el afán cesó y la luz ya no fuera un haz de espadas y el aire ya no fuera un haz de espadas y el dolor de los otros y el amor y vivir y todo ya no fuera un haz de espadas y acabara conmigo para mí para siempre y que ya no doliera y que ya no doliera.
Si fuera un haz de luz... surcaría el tiempo y la distancia. Si fuera un viento tempestuoso... haría un remolino en tu cuerpo y en tu alma. Si fuera una música gozosa... invadiría tu espacio, con notas estridentes. Si fuera una poetisa descarada... te llenaría de palabras procaces. Si fuera torbellino, ternura, y placer anticipado... te arrinconaría en la pared del ansia, y del desenfado... Vienes hacia mi figura, no hay torpeza, ni miramientos... eres luz, eres viento, eres música, eres poemas, eres mío, sin consuelo... sin pecado.
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles. El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete, cae donde el mar bate y canta su noche llena de peces. En los picos de la sierra los carabineros duermen guardando las blancas torres donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua levantan por distraerse, glorietas de caracolas y ramas de pino verde.
*
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene. Al verla se ha levantado el viento que nunca duerme. San Cristobalón desnudo, lleno de lenguas celestes, mira a la niña tocando una dulce gaita ausente.
Niña, deja que levante tu vestido para verte. Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu vientre.
Preciosa tira el pandero y corre sin detenerse. El viento-hombrón la persigue con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen. Cantan las flautas de umbría y el liso gong de la nieve.
¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento verde! ¡Preciosa, corre, Preciosa! ¡Míralo por donde viene! Sátiro de estrellas bajas con sus lenguas relucientes.
*
Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene, más arriba de los pinos, el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos tres carabineros vienen, sus negras capas ceñidas y los gorros en las sienes.
El inglés da a la gitana un vaso de tibia leche, y una copa de ginebra que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando, su aventura a aquella gente, en las tejas de pizarra el viento, furioso, muerde.
Podríamos tener una discusión sobre el amor. Yo te diría que amo la curiosa manera en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen, exploradores que renuevan el más antiguo acto del conocimiento.
Diría que amo tu piel y que mi piel que te ama, Que amo la escondida torre que de repente se alza desafiante y tiembla dentro de mí buscando la mujer que anida en lo más profundo de mi interior de hembra.
Diría también que amo tus ojos que son limpios y que también me penetran con vaho de ternura o de preguntas.
Diría que amo tu voz sobre todo cuando decís poemas, pero también cuando sonás serio, tan preocupado por entender este mundo tan ancho y tan ajeno.
Diría que amo encontrarte y sentir dentro de mí una mariposa presa aleteándome en el estómago y muchas ganas de reírme de la pura alegría de que existía y estás, de saber que te gustan las nubes y el aire frío de los bosques de Matagalpa. Podríamos discutir si es serio esto que te digo. Si es una quemadura leve, de segundo, tercer o primer grado. Si hay o no que ponerle nombre a las cosas. Yo sólo una simple frase afirmo Te amo
No se escribir canciones, ni se escribir poemas. Pero se disfrutar de ellos! Aquí encontrarán algunas de esas cosas que me gusta leer y me gusta compartir. Es como un rinconcito tranquilo en el cual yo disfruto!